Uno de los temas que más quebraderos de cabeza da a los fotógrafos es el uso del flash, y sobre todo si se trata del flash interno de la cámara. Muchas veces no sabemos para qué lo han puesto en la cámara, con las fotos tan pésimas que resultan de su acción.
Así que lo primero que suelen hacer muchos fotógrafos es comprarse un flash externo. Siempre se puede utilizar el truco de disparar al techo, o poner un papelito … y conseguiremos una luz menos dura y más agradecida para tomar fotos.
En mi caso, para un flash externo, utilizo un «chisme» llamado Micro Apollo, de Lastolite:
No lo utilizo como aparece en esta foto, en un estudio ya tengo suficiente iluminación. Pero cuando hago algo en exteriores, o no dispongo de un equipo de iluminación a mano, se pueden conseguir muy buenos resultados. Y no es difícil de montar en el flash:
Se puede ver más del uso de este «sistema» en el siguiente enlace, donde hacen una comparativa y test del mismo (y de donde salen las fotos que ilustran este post).
Yo estoy muy contento con él, pero claro … a veces no vas con el flash, un trípode, el Apollo …. y las ganas de montar todo el invento. En esos casos estaría bien poder utilizar el flash integrado de la cámara.
Para cuando me encuentro en esa situación lo que hago es cubrir el flash integrado con una bolsita pequeña de plástico, de esas que tienen burbujitas (si … las que se estallan con los dedos ;-)) y sirve para difuminar el disparo. No es la panacea universal pero me da buen resultado.
Sin embargo acabo de ver un invento que tiene muy buena pinta, el Lightscoop:
Es pequeño, manejable, no muy caro … y los resultados no parecen malos (al menos en las galerías de ejemplo de la web):
Voy a hacerme con uno y ya os contaré la experiencia.
2 Comments
Y como te ha ido con el aparatejo.
A simple vista parece un espejo que envia la luz hacia el techo…….
Pues al final no me he hecho con él.
Lo tengo en la lista de pendientes.
Cuando lo tenga en mi poder pondré un comentario en el blog.
Saludos.