Siempre he pensado que la formación es una de las bases en la que todo ser humano debe invertir.
Y ya que los fotógrafos somos seres humanos, según el axioma de transitividad, así debería ser. Sin embargo, no es algo que me esté encontrando últimamente.
Hay muchas excusas para no invertir en formación: es cara, no tengo tiempo, estamos en crisis (esta es muy socorrida hoy en día), no me va a servir, etc. Puedes buscar la tuya propia y añadirla a la lista.
Sin embargo, en el mundo de la fotografía, hay una que muchas veces no se quiere reconocer: «es que si voy a esa formación va a parecer que no soy suficientemente bueno y me voy a devaluar como fotógrafo«. Es mi favorita ya que representa la mayor de las falacias.
La fotografía, como arte creativo, está a expensas de pequeños/grandes genios que van a ir surgiendo por doquier.
Incluso en la fotografía más tradicional no conocemos todo. Si tiro de estadística, en todos y cada uno de los cursos, talleres, eventos, charlas, etc. a los que he asistido … he aprendido algo nuevo. Algo que no sabía, o que si sabía ahora miro de otra forma.
Cada fotógrafo tiene una manera peculiar de ver el mundo, su manera. Cuando ese fotógrafo se pone delante de otros, sólo por eso, ya tenemos que estar agradecidos por la oportunidad que tenemos de enriquecernos con esa «otra visión«.
Naturalmente que el coste económico puede ser alto. Tampoco necesitas cursar un taller de 1000 euros cada mes, pero sí que te aconsejo tener un Plan de formación. Aunque sea muy básico: una charla al mes, un libro cada dos meses, un taller cada 3 meses, y un master/curso especializado anual. Además de la cantidad de información/cursos que puedes seguir por Internet.
No te quedes atrás; y no pienses que por asistir a un curso (por muy básico que sea) vas a ser peor fotógrafo. No seas corto de miras y aprende de los demás. Comparte tu propio conocimiento y serás cada vez mejor y mejor fotógrafo.