Los retratos en blanco y negro siempre tienen ese «algo especial» que no se puede sacar del color.
Lo importante en estos casos es la iluminación y el gesto de la modelo. La atención tiene que dirigirse a los ojos, pero podemos romperla añadiendo elementos adicionales (como esa mano que se sujeta las flores). No hay que hacer un procesado excesivo, pero sí destacar los ojos. El sujeto que mira tiene que quedarse fijo en la fotografía.
¿Llevas mucho tiempo mirando?