La adopción de la fotografía digital ha dejado muchos procesos, técnicas y dispositivos en el olvido.
No hay nada malo en ello. El mundo va avanzando, y la fotografía digital lo hace a pasos de gigante.
Sin embargo hay algo que sobre todo las “nuevas generaciones” están descuidando mucho: la medición correcta de la luz.
Desde el clásico Sistema de Zonas de Ansel Adams hasta las modernidades del controvertido “derecheo del histograma” al final siempre se trata de lo mismo, medir bien la luz.
Las cámaras tienen diferentes modos de medición (central, evaluativa, ponderada al centro, etc …) y diferentes formas de mostrar el histograma (el santo grial hoy en día) incluso de forma “viva” con el modo Liveview.
Sea como sea, tenemos que pensar que no es lo mismo medir la luz incidente que la luz reflejada. Y nuestra cámara siempre lee luz reflejada. Todavía no se han construido exposímetros que se teletransporten.
¿Y eso importa mucho? Para determinado tipo de fotografía, y según lo pulcro que seas … sí, mucho.
Es claro que en un paisaje no vas a medir luz incidente, no te vas a ir hasta la montaña, pero en situaciones más controladas y sobre todo en un estudio la utilización de un fotómetro o flashímetro de mano es imprescindible. Algunos dispositivos avanzados incluso nos ayudan con las matemáticas asociadas a la combinación de luces.
La diferencia entre exposímetro/fotómetro/flashímetro … y otros nombres que veréis por ahí, es el tipo de luz que miden: si sólo luz ambiente, si luz de flash, etc. si permiten hacer cálculos de composición sólos, el número de pasos que soportan, etc …
Yo utilizo de forma habitual un modelo básico y barato (alrededor de los 200 €), el Sekonic 308, que hace todo lo que quiero y más. Antes tenía un Minolta Flashmeter IV que me complicaba la vida y se pasaba más tiempo en la mochila que fuera. También utilicé un Polaris que no acabó de convencerme aunque es de lo más utilizados.
Como os decía en el estudio es fundamental si no quieres estar continuamente con ensayo/error modificando la potencia de los flashes.
Pero en exteriores también representa una ayuda considerable. Y podéis hacer la prueba de cómo cuando la cámara y el fotómetro de mano os dan valores diferentes … la mejor foto la obtenemos con el fotómetro. Los reflejos suelen ser malos consejeros que los fotómetros tratan muy bien a la distancia.
Por último comentaros que es muy usual tener un fotómetro/flashímetro y no saber utilizarlo. A pesar de la cantidad de bibliografía existente la lectura de sus datos no es tan sencilla como parece, y la mayoría de la gente que se compra uno y empieza a utilizarlo no consigue interpretar correctamente la información que presenta. No es su culpa; los fabricantes en este caso son complicados, muy complicados.
Os aconsejo este artículo de Pere Larrègula de cómo leer correctamente la información de estos pequeños aparatejos.
¿Ya has decidido qué te vas a comprar por reyes?